viernes, 2 de agosto de 2013

ROMPIENDO CON EL PASADO


Cuando nosotros nos convertimos, pasamos de muerte a vida. Sucedió una verdadera revolución en nuestra vida. Todas las cosas las comenzamos a ver de una manera distinta. Al saber -y sentir- que nuestros pecados habían sido perdonados, experimentamos un alivio en nuestro corazón. Vivíamos ahora en un nuevo mundo: en el mundo de las cosas eternas.

Sin embargo, la vida anterior nos había dejado una huella, y había amontonado sobre nosotros una gran carga de muerte. ¿Cómo podíamos, como pueden los que hoy están comenzando este Camino desprendernos del pasado en el mundo?

En la Biblia no se presta atención a lo que una persona hizo antes de creer en el Señor. Toda la atención está centrada en lo que es preciso hacer después de recibir la salvación. Sin embargo, hay algunos ejemplos acerca de cómo proceder con las cosas del pasado.

Lo primero, debemos eliminar completamente todo lo relacionado con los ídolos. En 1 Tesalonicenses 1:9 dice:  

"Os convertisteis de los ídolos al Dios vivo y verdadero." 

1 Juan 5:21 dice:  

"Hijitos, guardaos de los ídolos". 

2 Corintios 6:16 dice: 

"¿Qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?"

No debemos adorar ninguna imagen, porque eso es abominación al Señor. No debemos involucrarnos con la adivinación o los horóscopos. No tenemos nada que ver con los juegos de azar, ni con los objetos de magia. Todo ello pertenece al mundo y está bajo el maligno.

En Hechos 19:19 se nos cuenta que los nuevos convertidos de Efeso trajeron los libros de magia y los quemaron. Ellos rompieron radicalmente con el pasado. Ellos no vendieron los libros para ofrecer el dinero a la iglesia: ellos los quemaron.

También hay que eliminar toda literatura esotérica y pornográfica, todo aquello que tiene que ver con las fuerzas demoníacas que están en el mundo.

De la misma manera, nuestra forma de vestir debe experimentar un cambio. Si se llevaba el vestido muy corto, se puede alargar; si era demasiado llamativo, se puede llevar uno más sobrio. Todo aquello que da cuenta de la antigua vida, y que es indecente o impropio de un hijo de Dios, debe ser quitado.

Asimismo, debemos pagar nuestras deudas. Parte del sistema del mundo hoy consiste en endeudarse. Muchas veces las deudas sobrepasan la real capacidad de pago de las personas. Un cristiano ha de terminar con esa costumbre. 

Si antes de ser creyentes, obtuvimos algo por medios deshonestos, debemos compensar el daño de manera adecuada. Es verdad que ya hemos sido perdonados por el Señor, pero por causa de nuestro testimonio, debemos solucionar todos estos problemas delante de los hombres, para que el nombre del Señor sea santificado.

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