Cuando
nosotros nos convertimos, pasamos de muerte a vida. Sucedió una verdadera
revolución en nuestra vida. Todas las cosas las comenzamos a ver de una manera
distinta. Al saber -y sentir- que nuestros pecados habían sido perdonados,
experimentamos un alivio en nuestro corazón. Vivíamos ahora en un nuevo mundo:
en el mundo de las cosas eternas.
Sin embargo,
la vida anterior nos había dejado una huella, y había amontonado sobre nosotros
una gran carga de muerte. ¿Cómo podíamos, como pueden los que hoy están
comenzando este Camino desprendernos del pasado en el mundo?
En la Biblia no se presta
atención a lo que una persona hizo antes de creer en el Señor. Toda la atención
está centrada en lo que es preciso hacer después de recibir la salvación. Sin
embargo, hay algunos ejemplos acerca de cómo proceder con las cosas del pasado.
Lo primero,
debemos eliminar completamente todo lo relacionado con los ídolos. En 1
Tesalonicenses 1:9 dice:
"Os convertisteis de los ídolos al Dios vivo y
verdadero."
1 Juan 5:21 dice:
"Hijitos, guardaos de los ídolos".
1 Juan 5:21 dice:
"Hijitos, guardaos de los ídolos".
2 Corintios 6:16 dice:
"¿Qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los
ídolos?".
No debemos adorar ninguna imagen, porque eso es abominación
al Señor. No debemos involucrarnos con la adivinación o los horóscopos. No
tenemos nada que ver con los juegos de azar, ni con los objetos de magia. Todo
ello pertenece al mundo y está bajo el maligno.
En Hechos
19:19 se nos cuenta que los nuevos convertidos de Efeso trajeron los libros de
magia y los quemaron. Ellos rompieron radicalmente con el pasado. Ellos no
vendieron los libros para ofrecer el dinero a la iglesia: ellos los quemaron.
También hay
que eliminar toda literatura esotérica y pornográfica, todo aquello que tiene
que ver con las fuerzas demoníacas que están en el mundo.
De la misma
manera, nuestra forma de vestir debe experimentar un cambio. Si se llevaba el
vestido muy corto, se puede alargar; si era demasiado llamativo, se puede
llevar uno más sobrio. Todo aquello que da cuenta de la antigua vida, y que es
indecente o impropio de un hijo de Dios, debe ser quitado.
Asimismo,
debemos pagar nuestras deudas. Parte del sistema del mundo hoy consiste en
endeudarse. Muchas veces las deudas sobrepasan la real capacidad de pago de las
personas. Un cristiano ha de terminar con esa costumbre.
Si antes de
ser creyentes, obtuvimos algo por medios deshonestos, debemos compensar el daño
de manera adecuada. Es verdad que ya hemos sido perdonados por el Señor, pero
por causa de nuestro testimonio, debemos solucionar todos estos problemas
delante de los hombres, para que el nombre del Señor sea santificado.
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